Esta cinta, sobre el amor gay entre un boxeador y un ayudante de cocina, llega el próximo jueves.
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Se estrena el filme chileno "Mi Ultimo Round".
A comienzos de los 90, Julio Jorquera venía llegando a Santiago de su Rancagua natal y cuando caminaba por la calle se sorprendía. “La tristeza de las personas siempre me llamó la atención. Yo venía de provincia, era relajado y alegre y acá era todo gris”, cuenta. Esa fue su postal propia de la capital y 20 años después, cuando empezaba a rodar su primera película, Mi último round, retrató ese Santiago de edificios raídos y paisaje humano apesadumbrado.
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Pero la cinta no es un tratado de sociología. Es una historia de amor entre un boxeador amateur y un ayudante de cocina, una relación que nació en un gimnasio de mala muerte de Osorno y que sobrelleva un fatalismo poco explorado en el cine nacional. Es un amor gay, qué duda cabe, pero más que eso, es un idilio escrito en sordina, donde el entorno social pesa tanto como las pasiones.
“Más que el tema gay, me interesaba retratar a personas que, a pesar de su corta edad, sienten que tienen un techo, como que tendrían que nacer de nuevo para tener otra oportunidad”, dice Jorquera. “La cinta habla de la falta de oportunidades, de que acá no existe el sueño americano”, afirma.
La película, protagonizada por Roberto Farías, Héctor Morales, Manuela Martelli y un coro de secundarios envidiable (Luis Dubó, Tamara Acosta, Gonzalo Robles, Alejandro Trejo), llega a salas este jueves 14, luego de un extenso circuito de festivales que despuntó en su exitosa participación en Tribeca, y que cuenta con premios en el Festival Queer Lisboa, Mumbai y Valdivia.
Pero antes que nada, es una cinta de box. Y eso significa sudor, golpes a la vida, épica desvencijada y heroísmo maltrecho. “Estaba claro que no quería esa épica triunfalista comoRocky. Y viendo cintas de boxeo me topé con Fat city, de John Huston, donde el tema de los perdedores es interesante cómo lo trata”, cuenta.
Jorquera insiste en que su filme es, por sobre todo, una cinta de actores. Trabajó detalladamente los matices con Morales y Martelli, pero con Farías casi no preparó el personaje y lo mandó a entrenar a un gimnasio, en doble jornada. Conocido en el ambiente actoral por su estilo visceral e instintivo, Farías llegaba al set y literalmente se “lanzaba” a filmar. “Es un actor que funciona desde la guata”, define el director.
Farías es Octavio, un boxeador osornino que por un problema de salud debe colgar los guantes en una carrera que nunca llegó a ninguna parte. Y conoce a Hugo (Morales), un joven tímido que se queda sin trabajo. Sin nada que perder, ambos prueban suerte en Santiago. “Creo que la historia es entendible y está muy bien actuada”, agrega Jorquera. “La hice pensando en el cine que me gusta ver”.
Con experiencia como asistente de dirección y producción en Los debutantes, Machuca yVioleta se fue a los cielos, entre otros filmes, el director armó a pulso su proyecto desde el guión y recién en su tercer intento, ganó el Fondo Audiovisual ($ 125 millones), obteniendo luego un Corfo e Ibermedia.
“El año pasado intenté contactarme con algunas distribuidoras para estrenar, pero ni siquiera me contestaron, ni para decirme que no. Nadie se atrevió a tomar la película, pese a que ya en el exterior estaba teniendo una buena recepción”, cuenta y enumera que el filme ya está vendido en EE.UU., Francia, Países Bajos, Alemania e Italia.
Un poco desalentado, Jorquera pidió un consejo en la productora de Andrés Wood, donde trabaja frecuentemente. Y la respuesta fue óptima: ellos se encargarían de la distribución. La idea era hacer un estreno pequeño, en formato digital y una sala. “Pero creemos que la película tiene potencial comercial, así es que nos jugaremos la opción”, remata.
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