La bisexualidad no es un estado de indefinición sobre si te atraen unos u otras, sino más bien la definición de que te gustan ambos. Sin embargo, tampoco tiene que ser en la misma medida. Puedes sentir mucha atracción por un sexo y muy poco por el otro, mucho por los dos al mismo tiempo… o muy poco por los dos en un momento determinado.
Según el Dr. Klein, autor del clásico The Bisexual Option, la orientación sexual puede cambiar con el tiempo, y no se limita al hecho de con quienes te vas a la cama, sino que tiene también otras dimensiones, que a veces no concuerdan entre si: con quién sueñas, quién te hace sentir mariposas en el estómago, con quién te gusta más socializar y qué estilo de vida llevas.
La sexualidad humana es mucho más compleja de lo que querríamos que fuera. Abarca la genitalidad, por supuesto, pero también las fantasías, la cercanía emocional, la comunión afectiva… En algunas vidas humanas -las menos- todos esos vínculos se dan, desde el nacimiento hasta la muerte, con personas de un solo género. En la mayoría de las vidas humanas, en cambio, existe una fascinante diversidad de objetos.
Mucha gente cree que la bisexualidad es solamente un estado transitorio de la heterosexualidad hacia la homosexualidad, pero pocos saben que el camino también se recorre al revés.
Muchos sexólogos aceptan hoy día la bisexualidad como una orientación tan genuina como la heterosexualidad y la homosexualidad. Los bisexuales no son personas cuya orientación primordial sea la homosexualidad pero que tienen alguna actividad heterosexual; tampoco son personas con orientación heterosexual pero que tienen alguna actividad homosexual. Dicho esto, es importante reconocer que hay pocos estudios científicos sobre bisexualidad y que las descripciones de bisexualidad se basan mucho en generalizaciones y aproximaciones.
Se desconoce el origen de la bisexualidad en ciertas personas, al igual que cualquier orientación sexual, aunque muchas veces se atribuye a la relación con el padre o con la madre. Otros investigadores creen que la respuesta está en el efecto de ciertas personas en el cerebro del niño cuando aún esta en el vientre materno. Otros creen que no hay necesidad de buscar las raíces de la bisexualidad, puesto que niegan su existencia: creen que los bisexuales son homosexuales que niegan su orientación. Otros investigadores creen que todos nacemos con una capacidad para relacionarnos con ambos sexos, pero que dicha capacidad pasa a socializarse en heterosexualidad o en homosexualidad, quedando sólo una minoría en la bisexualidad.