“Ser papá y gay en estos tiempos implica en gran medida ser pionero y sentar las bases culturalmente hablando, para las nuevas generaciones de padres” afirma Adrián Barreiro, psicólogo, especializado en familias homoparentales.
Festejar el día del padre es pensar en las muchas formas en las que los varones gay podemos vivir una paternidad, y sobre todo disfrutar de la idea -y la concreción- de ser papás y gays.
Nadie nace sabiendo ser padre, ni los heteros ni los gays, pero como dice Barreiro, “para las personas heterosexuales la posibilidad de remitirse a los modelos de familia heteronormativos podría pensarse como un hecho dado, casi inconciente”.
Tal vez, para nosotros, conocer historias de vida de otros igual (o diferentes) nos ayude a pensarnos siendo papás. Javier Fuentes vive en Ciudad de Buenos Aires en el barrio de Monserrat en un departamento luminoso y amplio. Hace casi tres años que decidió dejar la ocupación que venía desarrollando como implementador de sistemas y dedicarse plenamente a algo que le fascina y que según él, le cambió la vida: La Fotografía. “Hoy formamos un estudio de fotografía junto a Nico, mi pareja y socio en este sueño”.
¿Cómo solés festejár el día del padre?
JF: Te puedo contar algunos de los festejos pasados… Asomar la nariz de entre las sábanas y encontrar un café con leche humeante, olor a tostadas en la habitación, un chiquito que miraba con ojos gigantes detrás de la bandeja, un “feliz día”, un abrazo… Han ido pasando los años, cambiando un poco los paisajes, y creciendo el tamaño de los brazos que ahora me abrazan, pero la ceremonia se repite más o menos de la misma manera. Después el abrazo se vuelve a repetir con mi viejo, cuñados, amigos y otros padres…
¿Como se compone tu familia?
JF: Son varios círculos los que componen mi familia hoy: Julián, mi hijo, y Nico, mi pareja, como vínculos cotidianos y directos (sin olvidar a Jude y Olivia, dos personajes gatunos que conviven y administran la casa). Inés, la mamá de Juli y pilar importante en mi vida, mi hermana con la que ahora convivimos. Mis otros dos hermanos que me llenaron de sobrinos maravillosos, mis padres. Ada y Mariel… familia del corazón y adoptada como propia.
¿Cuál es el mejor regalo que podés recibir en tu día?
JF: Hoy caminábamos por la calle Corrientes volviendo a casa con bastante frío y frente a la chocolatería que esta llegando a Paraná, Juli se frenó frente a la vidriera y decidió que unas barras de chocolate artesanal serían el mejor regalo. Lo disfrutamos mientras seguimos nuestra ruta, recorriendo librerías. Tenía razón.
¿Cómo te sentís siendo papá y gay?
JF: Es un dato anecdótico, un rasgo más de mi personalidad. Ni el único, ni el más importante. No es un facilitador ni un impedimento. Cuando Juli tenía 3 años me separé de la mamá. Un proceso interno que fue bastante complejo me llevó a decidir afrontar mi identidad sexual e intentar vivirla en total plenitud. Fue un punto de partida para poder lograr la aceptación. En ese momento fue complejo la coexistencia de ese proceso personal con el título de Padre. Miedos propios y ajenos que uno debe afrontar para poder pararse en el presente y elegirse a sí mismo, y desde ese lugar poder compartir lo mejor de uno con el resto. Tomar el futuro como desafío y saber que desde lo que queda por crear y construir uno tiene las herramientas y el poder para que las cosas sean de la mejor manera. Ser padre de Juli fue sin lugar a dudas uno de los hechos más hermosos y honrosos que me ocurrieron en la vida. Fueron el motor y el impulso, y lo siguen siendo aún.
¿Cómo fue tu trayecto de vida en el que decidís ser papá y cómo se conjuga con una identidad sexual diferente?
JF: En mi caso personal, ser papá fue parte de un proceso en el que no sé si fui (fuimos) tan conscientes de la decisión. Una mañana nos encontramos frente al espejo del baño donde estaba apoyado el test que me estaba avisando que las cosas iban a ser muy distintas de ahí en más. No hubo planificación, fue parte de un ciclo natural que ocurrió. Cuando decidimos seguir por caminos distintos y yo afrontar mi identidad sexual aparecieron muchos miedos, temores propios ante lo desconocido, ante muchos años de represión interna. Tuve el honor de contar con alguien que supo entender y acompañar desde su lugar de madre y dar el espacio necesario para que el vínculo fuera sano y hermoso. En ese momento sentí que perdía algunas cosas que me dolieron mucho. La vida cotidiana, el despertar de todos los días, pero fue algo que aprendimos a generar desde un lugar diferente. Desde el amor, siempre. Pero como te decía al principio, si te das cuenta con este relato, creo que estas mismas palabras podrían ser las de cualquier padre o madre que tiene que alejarse de su hijo por una separación o divorcio. No siento que la identidad sexual tenga que ser un factor diferencial en el trato con los hijos. Hace algo más de dos años Juli me lo confirmó cuando yo inicié una conversación con él. Una charla que sentía que tenía que tener para que nuestro lazo sea todo lo franco y directo que creo tiene que ser.. En el medio de mi discurso el me interrumpió y me dijo: “Papi, ya lo sé… siempre lo supe y eso nunca cambió nada para mi. Sos mi papá y te quiero así como sos”. Ahí entendí tantas cosas, pero sobre todo me di cuenta que de nada sirven las planificaciones y las preocupaciones, que hay que disfrutar y vivir el presente, ser auténtico y aceptar la vida y trabajar desde la satisfacción y la alegría.
¿Cómo ves el panorama actual respecto a las paternidades de hombres gays? Qué cosas considerás que tendrían que modificarse.
JF: La sociedad está en un proceso de cambios maravilloso. Con todas las idas y venidas de nuestro presente, estamos ante una oportunidad única: los cambios más grandes promovidos por el colectivo LGBTI a nivel nacional ya son un hecho. Creo que el desafío más grande es de aquí en más afianzar este proceso de reconocimiento de derechos, dar visibilidad a la diversidad de familias que hoy componen nuestra sociedad y correr el tema de la sexualidad de los padres e hijos como algo determinante. En definitiva el amor es el mismo, el vínculo, los lazos, los afectos son los mismos. Terminar de hacer ver a toda la comunidad lo que tan bien supo decir Osvaldo Bazán en su libro: que la homosexualidad al final, no es nada. Se puede ser tan buen o mal padre o madre siendo hetero, bi, lesbiana, gay o trans. Se puede ser tan buen o mal ser humano siendo hetero, bi, lesbiana, gay o trans. Creo que el día que podamos dejar de marcar la diferencia, eliminemos los rótulos y todos tengamos los mismos derechos, será el día en que estemos realmente frente a la igualdad plena.
Vía || Agmagazine
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