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martes, 5 de junio de 2012

Una monja apoyó la homosexualidad y la masturbación en un libro


La obra es de 2006, pero como la religiosa no quiso retractarse ahora el Vaticano salió a criticar duramente su obra. Dijo que sus pensamientos sobre los gays, el placer y el divorcio son “inaceptables”.
“La masturbación no implica ningún problema de carácter moral”. “Las relaciones homosexuales pueden ser justificadas de acuerdo a la misma ética sexual de las relaciones y los actos heterosexuales”. Las frases no causarían ningún revuelo en boca de una sexóloga, pero en boca de una monja generaron un escándalo tremendo. Sor Margaret A. Farley se atrevió a lo que ninguna otra religiosa había hecho antes y publicó un libro sobre sexo que puso bordó al Vaticano.
En la Santa Sede están que trinan por las osadas opiniones de esta monja estadounidense, publicadas en 2006 en el libro “Sólo amor. Un marco a la ética sexual cristiana”.
La Congregación de la Doctrina de la Fe aseguró que el libro contiene “proposiciones erróneas cuya divulgación podía causar grave daño a los fieles”, por lo que invitó a la autora a “corregir las tesis inaceptables presentes en su libro”. Pero la monja, una reconocida teóloga, simplemente se negó.
La Congregación tardó seis años en salir a criticar públicamente el libro. El análisis de la obra comenzó en 2010 e implicó que la religiosa diera una serie de respuestas a cuestionamientos que le hizo el Vaticano. Pero como no logró satisfacer a la Santa Sede, ahora salieron a repudiarla.
Es que la monja no sólo se metió con el sexo sino también con las uniones civiles, el matrimonio tradicional y hasta apoyó el divorcio. ¡Demasiado!, gritaron desde la Congregación, el órgano del Vaticano que se encarga de que la doctrina eclesiástica se mantenga lo más ajustada e inmóvil posible.
En el libro, la monja opina que “las relaciones y los actos homosexuales pueden ser justificados de acuerdo a la misma ética sexual de las relaciones y los actos heterosexuales”, una posición que el Vaticano considera “inaceptable”.
Sor Farley señala en su libro que son injustas “las legislaciones contra la discriminación de los homosexuales, así como de las parejas de hecho, las uniones civiles y los matrimonios gays”.
Margaret es profesora de ética y defiende la masturbación, que permite “a las mujeres descubrir su propia capacidad para el placer, algo que algunas no han descubierto y ni siquiera conocido en sus relaciones sexuales ordinarias con sus maridos o amantes”, escribió.
“La masturbación generalmente no implica ningún problema de carácter moral”, subrayó y a los purpurados, el color se les subió a las mejillas.
Sobre los homosexuales la monja no sólo apoya el matrimonio entre ellos sino que pide que se respeten sus relaciones y considera que las personas deben “tener la posibilidad de elegir o no de ser gay".
La Congregación dijo que acepta “el respeto hacia las personas homosexuales”, pero aseguro que ese respeto “no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales”.
En referencia al divorcio, el libro de Margaret sostiene que ante los cambios “inesperados” que atraviesa la sociedad y la pareja, la “indisolubilidad del matrimonio” es cuestionable. A veces el matrimonio puede “disolverse” y el compromiso para toda la vida “cambiarse legítimamente”, sostiene la monja.
La religiosa estima que la pareja con hijos queda marcada para siempre por la experiencia, pero eso no implica “la prohibición de un nuevo matrimonio”. Sacrilegio puro para el Vaticano que dijo que la opinión de Farley “está en contradicción con la doctrina católica sobre la indisolubilidad del matrimonio”.
A las posturas ultraliberales de la monja, las autoridades de la Iglesia católica respondieron punto por punto y citaron los Evangelios para rechazar semejante apertura mental.
“La masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado”, reiteró la Santa Sede, que recordó que “el uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine”.
El escándalo fue tal que la condena vaticana lleva la aprobación del propio Benedicto XVI.
La monja dijo hoy que nunca intentó que el libro reflejara las enseñanzas oficiales católicas actuales. Más bien, dijo, lo escribió para explorar la sexualidad a través de varias tradiciones religiosas, fuentes teológicas y experiencias humanas.
La crítica a Farley, firmada por el director en Estados Unidos de la Congregación, el cardenal William Levada, se da en medio de una ofensiva reciente del Vaticano contra la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas, el mayor grupo que aglutina a congregaciones de monjas estadounidenses.
El mes pasado el Vaticano prácticamente impuso una ley marcial contra la Conferencia, a la que acusó de socavar las enseñanzas de la Iglesia y de imponer ciertos “temas feministas radicales” incompatibles con el catolicismo. Ordenó una reorganización en gran escala del grupo y nombró a tres obispos para efectuarla. Todos hombres, claro.
El viernes pasado el Consejo Nacional de la Conferencia de Líderes de Mujeres Religiosas (LCWR, sus siglas en inglés), que cuenta con 1.500 delegadas para representar a unas 57.000 monjas, rechazó la condena papal a la que tildó “sin fundamento” y fruto de “un proceso viciado”.
Ante esa protesta, el Vaticano decidió salir hoy a divulgar la nota de cuatro páginas en cinco idiomas.

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