Sesenta años después de su muerte, Evita, uno de los grandes mitos del imaginario argentino, vuelve a ser pretexto para disputas internas entre las distintas familias peronistas, como lo fue en la década de los setenta, cuando el grupo guerrillero Montoneros se proclamó heredero de su legado y popularizó el eslogan “Si Evita viviera, sería Montonera”.
Cristina Fernández se refirió a Evita como “eterna, irrepetible y única”, y aseguró que logró cumplir su profecía, “volveré y seré millones”, gracias al Gobierno que estrenó su esposo y antecesor, el fallecido Néstor Kirchner.
“Un día volvimos para que ella, que había prometido volver y ser millones, cumpliera con su propia profecía de volver a una Argentina diferente”, afirmó Fernández ante las más de 100.000 personas que, según medios oficiales, acudieron al homenaje oficial a Eva Duarte.
“Díganme si no estamos haciendo las cosas para cumplir con el legado y ese mandato histórico que dejó para todo aquel que se sintiera peronista”, arengó la mandataria a la multitud arrastrada por el oficialismo en la localidad bonaerense de José C. Paz.
Según Fernández, Evita se ha reencarnado en las más variopintas acciones de su Gobierno: desde los dos millones de netbooks entregados a los estudiantes de enseñanza pública hasta los fondos privados de pensiones nacionalizados durante su gestión.
“Díganme si esta maravillosa Tecnópolis no es una moderna ciudad de los niños”, se preguntó la presidenta para comparar el recinto tecnológico inaugurado por ella con el innovador proyecto infantil que creó la segunda esposa del general Juan Domingo Perón y que fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Fernández ve el espíritu de Evita incluso en la aprobación de la ley de matrimonio entre personas de mismo sexo promovida por su Gobierno porque, “¿Dónde se creen que estaría Evita? ¿Con quién habría votado ella?” se preguntó.
Pero, “donde la veo más clara es en los cientos de miles de jóvenes argentinos que se han incorporado a la política y que la llevan en su corazón, en sus banderas, en sus remeras (camisetas)…”, admitió la presidenta, que revalidó su mandato el pasado octubre con un contundente triunfo electoral, apoyada en organizaciones juveniles kirchneristas, como La Cámpora.
Desde su papel de primera dama, Eva Duarte rompió moldes en la política argentina, se convirtió en interlocutora con el movimiento obrero y abrió paso al sufragio femenino antes de su prematura muerte, el 26 de julio de 1952, a los 33 años, víctima de un cáncer de útero.
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