Una pareja de homosexuales mendocina ya se inscribió en el Registro Único de Adopción (RUA) para concretar su proyecto familiar. Otras dos consultaron, pero no confirmaron su decisión.
Los dos hombres de edad media que ya ingresaron en el circuito de adopciones manifestaron un “criterio amplio”. Están dispuestos a lo que la mayoría de los postulantes evita: incorporar en su núcleo familiar a un niño/a de edad avanzada o a un grupo de hermanos.
Este es uno de los resultados que se visibiliza a días de que el país celebre el segundo aniversario de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, que equiparó derechos más allá de la elección sexual.
Las autoridades del RUA consideraron el caso local como “un gran avance, por el impacto social que implica”, dijo Gonzalo Valdés, trabajador social del equipo interdisciplinario de adopción.
Esta pareja es parte de las 600 que integran la lista de espera mendocina. Asistió a las reuniones informativas, superó la etapa administrativa que es la de la inscripción, por lo que el paso futuro es la evaluación por parte de los profesionales, según lo informó la titular del área, María del Carmen San Martín.
“Los criterios que se siguen son los mismos en todos los casos. Sean parejas homosexuales o heterosexuales, los derechos y deberes son iguales para todos”, subrayó Valdés. El profesional explicó que no hay experiencias de adopciones concretas en otros lugares, en los que lo que se ven son consultas e inscripciones, es decir, trámites en etapas preliminares, como sucede en Mendoza.
Sin ir más lejos, el caso de Córdoba demuestra que aquí algo se avanzó, ya que en esa importante ciudad son tres las parejas inscriptas para adoptar, cifra que no dista de la surgida en esta provincia de Cuyo.
Mendoza aún no es parte de la coordinación de registros de adopción únicos a nivel nacional –porque no adhirió a la ley al respecto–, hecho que dificulta el acceso a datos específicos sobre lo que pasa en otros territorios.
Integración
El debate fue arduo y hubo muchas posturas contrapuestas. Pero el esfuerzo tuvo sus frutos y a la madrugada del 15 de julio de 2010 se aprobó la reforma de parte del articulado del Código Civil, permitiendo el casamiento entre personas del mismo sexo, a quienes se les abrieron además las puertas para adoptar. Y en estos dos años, Mendoza caminó hacia la puesta en práctica de estas políticas inclusivas.
Quizá antes de la Ley 26.618 de Matrimonio Igualitario, los homosexuales accedían a la posibilidad de formar una familia, aunque como padres o madres solteras, sin compartir derechos ni obligaciones. O compartiendo derechos pero en una relación desigual, ya que, por ejemplo, cuando en una pareja de lesbianas una de ellas tenía un hijo biológico, la otra podía acceder a la adopción simple, que implicaba una menor cantidad de derechos con respecto a la filiación.
Hoy las parejas que quieren formar una familia pueden adoptar como matrimonio o, en el caso de las mujeres, anotar a nombre de ambas un hijo biológico de una de ellas, porque el Código Civil así lo establece. “Se avanzó, aunque no hay nadie que haya superado las tres etapas y esté cerca de adoptar. En el caso de esta pareja mendocina, vale rescatar que en su proyecto de familia no anhelaban a un recién nacido, como sucede en la mayoría de los casos. Incluso hablaron de la posibilidad de más de un hijo”, dijo Valdés.
Queens & Kings