Como si ya no fuera bastante complejo asumir nuestra sexualidad encajando en alguna de las posibilidades habilitadas socialmente (hétero, gay, lesbiana, bi, trans…), encima, una de las primeras cosas que los hombres gays debemos decidir es si vamos a ser “activos” o “pasivos” por el resto de nuestras vidas.
Al día de hoy, la pregunta parece perfectamente natural y legítima. De hecho, es lo primero que se suele averiguar ante la posibilidad de un encuentro. Alguien podrá argumentar que sería una pérdida de tiempo chatear con otro hombre, por ejemplo, para terminar enterándonos demasiado tarde que en la cama no vamos a “funcionar”.
Pero ¿es tan así? ¿Norte o Sur, izquierda o derecha, Dolce o Gabanna…? ¿Es “activo + pasivo” la única fórmula posible para el sexo gay? Cuando dos activos se encuentran, ¿realmente no tienen nada que hacer? ¿Y qué sucedería en una cita de pasivos? ¿Acaso se comportarían como si tuvieran la misma polaridad de una corriente magnética y se expulsarían mutuamente?
Lo interesante de cuestionar estos estereotipos, a menudo (auto)impuestos, es comenzar a dar por tierra con algunos prejuicios que se generan en torno a ellos. El más clásico y detestado (aunque todavía hoy muy vigente, incluso dentro de nuestra comunidad) señala que la pasividad es un rol femenino. A partir de este falso supuesto, la discriminación está a un paso (pasivo=marica=mujer y todas las derivaciones que se les ocurra).
Las estadísticas están demostrando, sin embargo, que no todo es tan blanco ni tan negro. Un reciente sondeo, realizado en base a información de páginas de citas gays, reveló que mientras el 25% de los usuarios se identifica en sus perfiles como “activo”y el 32% como “pasivo”, un 42% prefiere darse a conocer como “versátil”. Al mismo tiempo, un estudio en productoras porno-gay concluyó que alrededor del 80% de los actores han demostrado ser versátiles en algún momento de sus carreras.
En tanto, la plataforma de contactos gays Manhunt acaba de traducir al español los resultados de una exhaustiva encuesta que realizó entre sus miembros. Entre sus interesantes conclusiones, se destaca que menos del 40% de los entrevistados tuvo sexo anal en su último encuentro. Si no hubo sexo anal… tampoco hubo pasivos ni activos, ¿verdad?
¿Ustedes qué opinan? ¿Somos demasiado estructurados, a la hora de tener sexo? ¿Un encuentro no tiene sentido sin penetración? ¿Es necesario decidir si somos activos o pasivos?
Queens & Kings